El Guapinol: un árbol que resiste junto al río
En medio del concreto, el ruido y los tramos canalizados del Río Torres, aún sobreviven especies que nos recuerdan que este valle una vez fue bosque. Una de ellas es el guapinol (Hymenaea courbaril): un árbol nativo, majestuoso y lleno de historia.
Un gigante de raíces profundas
El guapinol puede vivir más de 300 años, alcanzar hasta 30 metros de altura, y desarrollarse en suelos tropicales tanto secos como húmedos. Es una de las especies emblemáticas del bosque primario de la región mesoamericana, y su presencia en zonas urbanas es señal de resistencia ecológica.
Sus raíces profundas ayudan a prevenir la erosión en laderas y riberas. Su follaje denso crea microclimas más frescos, y su tronco robusto alberga líquenes, insectos y hongos, formando pequeños ecosistemas urbanos.
“Es una de las especies clave para proyectos de restauración ecológica y corredores biológicos urbanos.”
— Inventario Nacional de Árboles Nativos Urbanos, Curridabat (2021)
Fruto que alimenta la vida silvestre
Los frutos del guapinol —vainas duras con pulpa comestible— son alimento para aves, murciélagos, monos, ardillas y otros mamíferos. Incluso en contextos urbanos, estas especies visitan los árboles para aprovechar su sombra y alimento. Además, la resina del guapinol ha sido usada tradicionalmente como incienso o medicina natural en varias culturas mesoamericanas.
Un aliado para la ciudad
En barrios como Zapote, Guadalupe, San Francisco o Montes de Oca, el guapinol sobrevive en patios, aceras y márgenes del río. Es un ejemplo de cómo las especies nativas pueden integrarse a los espacios urbanos sin perder su función ecológica.
Su presencia refuerza la idea de corredores biológicos urbanos: sistemas vivos que conectan fragmentos de bosque y río, permitiendo que la biodiversidad se mueva, se alimente y se reproduzca.
Un solo árbol puede convertirse en punto de encuentro para decenas de especies.
Sembrar guapinol es sembrar futuro
Proteger los guapinol que ya existen y sembrar nuevos ejemplares no es solo una decisión estética o de sombra. Es una apuesta por reverdecer la ciudad, restaurar la ribera y reconectar con un río que todavía late bajo nuestras calles.
¿Querés sumarte?
Conocé cómo podés ayudar a proteger el río y su biodiversidad:
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